CAPÍTULO
II
La
primavera en el pueblo siciliano de Pachino poco tenía que ver con
la del resto de Italia, en este municipio de la provincia de Siracusa
el calor y la aridez de los días se empezaba a notar desde las
primeras fechas del mes de mayo. Los naturales del lugar decían que
en la isla no hay primavera, que el invierno da paso al verano de un
día para otro; así los campos que circundan el pueblo no son verdes
en esta estación, ni en ninguna otra, son adustos como los
habitantes y hasta como los animales que moran la comarca. Pachino no
estaba hecho para seres de naturaleza frágil, sus gentes desde que
poblaron la isla de Sicilia se caracterizaron por su rudeza. La gran
mayoría eran agricultores y presumían de conocerse a la perfección
los unos a los otros, al fin y al cabo, decían, somos una gran
familia.
Una
de las familias más antiguas de Pachino era la de Lupo, ninguno de
sus miembros recordaba en qué año llegó a la isla el primero de
ellos y por qué el apellido.
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