Este barrio carismático de la ciudad de Granada, se halla situado entre las murallas de la Alcazaba, el cerro de san Miguel y la puerta de Guadix, de una parte, y la de la Alacaba de la otra. Sus orígenes se remontan a la época ibera y, posteriormente a la romana. Su nombre se origina, al ser poblado en 1227, por un grupo de moros desterrados procedentes de la ciudad de Baeza, que tuvieron que abandonar sus hogares y tierras tras la conquista del lugar por el rey Fernando I el Santo.
El Albaycín constituía uno de los núcleos antiguos de Granada, junto con la Alhambra, el Realejo y el arrabal de Bibarrambla. Una especie de ciudad aparte donde se asentaban los vecinos más acaudalados, influyentes y laboriosos de la metrópoli. Su importancia lo atestigua la treintena de mezquitas erigidas en sus diversas calles, y que en la actualidad son iglesias cristianas.
El barrio fue incrementando el número de habitantes conforme fueron transcurriendo los años, acogiendo entre sus calles refugiados sarracenos de otras poblaciones, teniendo su mayor influencia durante la época de los nazaríes. De aquella etapa mantiene su trama urbana, que el viajero alemán Münzer describiría como que “sus calles eran tan sumamente estrechas que, en muchas de ellas, por la parte de arriba se tocan los tejados de las casas”.
Durante la época musulmana, el Albaycín fue considerado, en diversas ocasiones, como bastión espiritual y de resistencia de muchos reyes. Pues sus gentes, además, de encontrarse en buena situación social, eran influyentes y belicosas. Así lo demuestran el sinnúmero de revueltas en que intervinieron durante los últimos años de la etapa nazarí. Tras la conquista cristiana, la población del Albaycín creció una vez más. En esta ocasión, por los moriscos que debieron agruparse en el barrio para defenderse de las imposiciones de los cristianos, como ocurrió durante las revueltas de 1499 y la de 1568, que finalizó con la deportación de los vencidos a la región de Castilla.
Sería en esos años cuando comenzó el período de decadencia del Albaycín, ya que la gran mayoría de sus vecinos más ilustres marcharon al Norte de África, lo que supuso el declive de las actividades industriales, que habían hecho famoso al barrio. Tal fue la caída que, en 1620, se estipuló de forma oficial la repoblación. Circunstancia por la que se dieron las casas y fincas en propiedad, a todos aquellos vecinos que acudieran a instalarse, con la finalidad de crear un negocio o ejercer una profesión que realzara la economía.
Actualmente, el barrio del Albaycín conserva las formas y aspecto típico de antaño, y su disposición urbana sigue siendo la misma que mostraba en tiempo de los moriscos. Destacando un tipo tradicional de vivienda llamada carmen, que está compuesta por una vivienda, rodeada por un alto muro que la separa de la calle, y un pequeño jardín o huerto.
En el año 1984 la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad, junto con el conjunto histórico-artístico formado por la Alhambra y el Generalife.
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