Existen novelas que nacen muertas, en las que los personajes son de cartón piedra, en las que la historia que se pretende contar es un bodrio de la estipulada por el autor. Ese es el caso de “El viajero de sí mismo”, Germán Ubillos pretende semejarse a su admirado José María Gironella, creando una novela con tintes subjetivos en un viaje realizado por el protagonista alrededor del mundo. El resultado es desastroso, pareciendo el conjunto un folleto de turismo, escrito por un empleado anónimo de una agencia de viajes.
Para aquellos que deseen aventurarse en el desastre, adquiriendo el libro, les informaré que Tomás Duque, el protagonista de la narración es un cuarentón adinerado que va dando la vuelta al mundo buscando algo que le proporcione sentido a su vida y en su aventura conoce a un sin fin de personas y lugares, que nada le ofrecen. Al igual que nada ofrece la narración, que está vacía de sentimiento, emoción y huella; sólo hay palabras escritas y encadenadas que conducen al aburrimiento y la desazón.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario