Este genuino edificio se encuentra ubicado en la cumbre del Monte Valparaíso, justamente al final del camino de las Siete Cuestas. Su construcción se remonta al 1600, estando ligada su historia, supuestamente, a unas placas de plomo encontradas por dos hombres buscadores de tesoros. En las placas, de origen árabe, se relataba el martirio de san Tesifón, motivo por el que Arzobispo de Granada ordenó una serie de excavaciones, en las que se hallaron restos humanos, un horno, unas cenizas y unas nuevas placas. Éstas últimas describían el martirio de los santos Cecilio, Hiscio y Tesifón.
Para gestionar la abadía, las autoridades eclesiásticas establecieron una fundación compuesta por un abad y una veintena de canónigos. El símbolo que la personificaba fue el de la Estrella de Salomón, que se observa en diferentes lugares del edificio.
En 1610, al ser trasladado el arzobispo a Sevilla, las obras sufrieron un receso, hasta entonces, solamente se habían construido el patio, la nave meridional y la actual iglesia. A principios del siglo XX, se llevaron a cabo nuevas obras, edificándose la planta para el instituto y la universidad. Actualmente el conjunto consta de tres partes: la Abadía, el Seminario y la Colegiata.
El museo de la Abadía dispone de un elenco de obras, destacando una copia del “Cristo muerto, sostenido por un ángel” de Alonso Cano, junto con una serie de vestiduras y tapices. Asimismo, se pueden observar los libros plúmbeos, en total veinticinco, que afirman que el mártir cristiano san Cecilio, ejecutado durante el reinado de Nerón (siglo III), era de ascendencia árabe y, que tras su conversión al cristianismo, fue ejecutado, junto a otros cristianos, por los romanos. Los libros plúmbeos, siempre sembraron la duda sobre su autenticidad, por lo que fueron condenados por el Papa en 1682. Esta polémica duraría hasta el siglo XVIII, circunstancia por lo que fueron llevados a Madrid y posteriormente a Roma para su estudio, donde se decidiría la no autenticidad de éstos. Afortunadamente, no se llegaron a destruir, y en junio de 2000 fueron devueltos a Granada.
Las cenizas de san Cecilio y la de otros santos mártires se guardan debajo de sus estatuas correspondientes en la iglesia. En la misma, se pueden visitar las santas cuevas, ubicadas en el subsuelo y conectadas, entre sí, por una serie de pasillos recónditos, que albergan unas capillas con su ornamentación correspondiente. En una de estas capillas hay un crucifijo que perteneció a san Juan de Dios, el cual solía llevar puesto cuando pedía limosna. En otro de los oratorios se observa una piedra que, según cuenta la leyenda, al ser besada por una mujer soltera, se casará antes de que finalice el año.
La festividad de san Cecilio, patrón de Granada, se celebra el día uno de febrero, y en el domingo más cercano se realiza una romería a la abadía, con su correspondiente misa y su folclóricas fiestas, donde el público asistente come, mientras se reparten las tradicionales habas, “salaillas” y bacalao.
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