También se le conoce con el apelativo de Fuente de las Lágrimas porque, según cuenta la leyenda, de su manantial emanaba agua en forma de lágrimas. La acequia actualmente transcurre por los mismos parajes que los trazados por el visir Abu Mu Ammal, quien recibió el encargo de trazarla por órdenes de Abd-Allah, para que sus aguas abastecieran a las poblaciones de Alfacar y Granada.
Las acequias (del árabe as-saqiva) son construcciones, de origen árabe, que se emplearon para transportar el agua desde los manantiales hasta lugares próximos a lo largo del terreno. En su recorrido, estos canales artificiales se beneficiaban de los desniveles del terreno para conducir el agua de un lugar elevado hasta otros de inferior altitud.
Tras la conquista de Granada por los castellanos, las acequias continuaron desempeñando igual función, así lo atestigua una Real Cédula promulgada por los Reyes Católicos el 15 de octubre de 1501, en la que se mencionaba la acequia de Aynadamar y su Fuente Grande.
En la actualidad, la Acequia de Aynadamar lleva sus aguas desde la Fuente Grande hasta Alfacar, pero en el pasado sus aguas transcurrían por las inmediaciones del monte Torices, el Barranco del Collado y el Molino de las Pasaderas. A continuación se adentraba en la localidad de Víznar, cruzando el Molino Florencia, el Carmen de los Arroyos y el Molino de san Cayetano. Y de este modo irrumpir en Granada por el camino del Fargue, el Almanjayar y la Puerta de Elvira, donde sus aguas regaban hermosos cármenes en los que los árabes veraneaban.
Ya en la ciudad, la Acequia de Aynadamar, transcurría por el subsuelo, desviándose hacia el Carmen de Tllacarne y dividiéndose en el Manflor, donde se ramificaba llegando hasta los arrabales inferiores del Albaycín, el castillo de Garnata y la Alcazaba antigua.
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