No
sé las veces que he visto esta película, creo que desde que se
estrenó en 1990 una vez por año, sólo por la escena en que Kevin
Costner se despide de su amigo sioux Cabello al Viento vale la pena
repetir. Personalmente creo que dentro del género western es una de
las mejores películas que se han hecho; la dirección de Costner es
soberbia, así lo refrenda el oscar recibido, meritorio en todos los
sentidos.
El
film, además de contar una historia del asentamiento del Ejército
Norteamericano en la frontera, recoge un conjunto de secuencias
imborrables para los que somos amantes del séptimo arte. En la
retina de nuestros ojos y en lo más profundo de nuestro corazón
quedan escenas tan maravillosas como la del teniente Dunbar
cabalgando a lomos del bello caballo Cisco, entre un fuego cruzado
durante la Guerra de la Secesión, arengando a los suyos; o las
extraordinarias vistas de las inexploradas praderas pobladas por
multitudinarios rebaños de bisontes; sin olvidar los juegos de
aproximación del lobo Calcetines. Bailando con Lobos es un canto
para los amantes de la aventura y la libertad; sin olvidarnos del
reflejo que ofrece sobre la sabiduría espiritual de las tribus
aborígenes, en este caso de los sioux.
La
interpretación de Kevin Costner en el papel del teniente Dunbar le
valió la candidatura al Óscar y a los Globos de Oro; pero fue el
elenco de actores de reparto los que hicieron grande el film, así lo
ponen de manifiesto Graham Greene y Mary McDonnell aspirantes al
Óscar y al Globo de Oro.
Pero
Bailando con Lobos siempre será recordado por la extraordinaria
cinta musical, ambientado en un sonido americano con tintes épicos,
que compuso y dirigió el afamado John Barry, reportándole su cuarto
Óscar.
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