Desde hace miles de años el caballo fue pieza fundamental en los ejércitos de las diferentes culturas, empleándose con diferentes fines: transporte, abastecimiento, reconocimiento y combate.
Los primeros que emplearon la caballería pesada fueron los antiguos persas, que criaron un caballo fuerte y musculoso capaz de aguantar el peso de las armaduras propias y del jinete.
Finalizada la Edad Media, el Renacimiento trajo armas menos pesadas, como el mosquete. Motivo por el que la caballería se empleó en acciones más ligeras, circunstancia que relegó a los antiguos caballos pesados a tirar de los cañones y carros de suministros.
A principios del siglo XX aún se empleaba la caballería ligera en los ejércitos, pero después de la Primera Guerra Mundial se dejó de lado como fuerza de combate. De todos modos, las unidades de caballería se siguieron empleando posteriormente y con éxito, ejemplo de ello lo tenemos en la caballería polaca durante la Segunda Guerra Mundial, que escasamente equipada plantó cara, defendiendo a su país contra las tropas de la Alemania nazi. Aunque finalmente los carros blindados alemanes lograron repeler a la caballería polaca.
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