>>-Para ello, he hablado con don Victorio, que es propietario de unas fincas cercanas a nuestra casa –le comentó a Fabián, mientras tomaban un vaso de vino del país, a la sombra de una parra- y que estaría dispuesto a arrendarnos.
Los pensamientos del joven no iban por aquellos derroteros, pero sin mediar palabra aceptó la invitación de su futuro suegro, sabía que si quería casarse con Selena no le quedaba otra opción, pues don Albano jamás dejaría que su amada hija fuese a vivir a un lugar lejano, donde no pudiera verla a diario.
La boda de Selena y Fabián se llevó a cabo el primer domingo de otoño en la iglesia Madre de Pacino, la misma en la que muchas generaciones de Lupo habían sido bautizados, habían contraído matrimonio y despedidos de este mundo. Para la ceremonia, don Albano, hizo ornamentar la iglesia con las más bellas flores traídas de la península y compró a cada uno de sus hijos varones un traje negro, como marcaba la tradición. También mandó contratar una orquesta de músicos de Siracusa y adquirió varios barriles de vino malvasía de Lipari, uno de los vinos más aromáticos y antiguos de Sicilia, del que se cuenta que fue introducido por los primeros colonos helenos, gracias a las cepas traídas de la antigua Grecia.
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