Esta
película de los directores húngaros Béla Tarr y László
Krasznahorkai nos lleva, gracias al guión del propio Béla Tarr, a
mostrarnos un reflejo de la humanidad en un futuro muy cercano,
haciéndolo con los escasos actores que conforman el drama. Para
comprender el fin de la proyección hay que estar muy atentos a la
intervención de János Derzsi que, en una corta secuencia, explica la
situación a que llegado la humanidad por la violencia del hombre y
de su voluntad de dominar el mundo. Los directores lo muestran
mediante una puesta en escena en la que impera una tierra baldía, un
viento incesante y una vida monótona y miserable. El rodaje de la
película fue realizada en blanco y negro con una sola cámara en
movimiento y a hombro alzado en la mayoría de las ocasiones,
ejecutándose con planos largos siguiendo la actividad de los
protagonistas y de los espacios.
El
drama está dividido en seis capítulos, correspondiendo cada uno de
ellos a un día en la aciaga vida de los personajes, que actúan
llevando a cabo reiteradamente una existencia repetitiva y
abrumadora. La banda musical fue realizada por Mihály Vig, que
siguiendo las pautas de la dirección compuso una única melodía que
se repite en una gran parte del film.
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