miércoles, 26 de febrero de 2014

LA DOMESTICACIÓN

Según estudios recientemente realizados, la primera domesticación del caballo se produjo hace unos 5.500 años en el valle del río Iman-Burluk, en el norte Kazajastán. Así lo demuestran las pruebas arqueopaleontológicas realizadas a los especímenes encontrados y al desgaste en los molares, producido por algún objeto. Circunstancia que manifiesta el uso de algún tipo de brida empleada para controlarlos y dirigirlos. También se realizaron análisis de materiales orgánicos en vasijas, demostrando que éstas habían tenido leche fermentada procedente de las yeguas.
        Los homínidos de la época debieron someter a rebaños de équidos que, con el tiempo y por selección natural, cambiarían su morfología, siendo los domesticados de mayores dimensiones y belleza que sus hermanos salvajes.
        El sistema de manejo del caballo fue mediante la introducción del “bocado”. Aunque en un principio debió utilizarse una soga a modo de lazo al cuello, que haría las veces de ahogadero. También se les sometía mediante el uso de una anilla puesta en los cartílagos nasales a través de los ollares; aunque esta forma debió emplearse para los animales más conflictivos, pues el castigo que esta acción infringía era muy severo. Así lo atestiguan algunas obras artísticas, estampadas en rocas y pertenecientes a la Edad del Bronce.
        Pero fue el uso del bocado el sistema más revolucionario y útil, tratándose de un dispositivo rígido que ocupaba el espacio habido entre los dientes incisivos premolares del maxilar superior y mandibular inferior. Este aparato se mantenía mediante unos soportes laterales que los acomodaban a la boca, impidiendo su expulsión. La utilización del bocado fue primeramente empleado para el arrastre de carros y posteriormente para la monta.
        Este tipo de bocados han sido hallados en Mesopotamia y datados en 2.300 a.C., suponiendo un invento extraordinario para aquellos pueblos que lo conocían. Circunstancia que les proporcionó una gran hegemonía durante casi cinco siglos.
        Los primeros caballos fueron empleados para el tiro , lo que facilitó el comercio entre poblados, complementando el ya existente transporte fluvial y costero mediante balsas.
        En aquella época (IV milenio a.C.) se conocía la rueda, siendo empleada desde Suiza hasta la India. Eran unas ruedas macizas que se acoplaban a unas plataformas , ensamblándolas mediante ejes fijos, conformando los primeros carros. Un avance único para aquellas culturas. Ejemplos de estos inventos se dieron se nos muestran en los sellos y estandartes encontrados en la cultura de Ur datados en 2600 a.C., que representaban a cuatro cabalgaduras uncidas a un yugo y controladas por anillas nasales.

        La monta a caballo en un principio, no se llevó a cabo de un modo coherente hasta el primer milenio a.C., con anterioridad se realizó pero de un modo peculiar, según muestran algunas pinturas rupestres. El jinete para tal fin se colocaba en la grupa del caballo, sujetándose con las rodillas y piernas y acoplaba su abdomen en el tórax del caballo. Motivo por el que cuando se comenzó a utilizar al caballo para la guerra, un guerrero conducía al animal y otro, a horcajadas sobre la grupa, se ocupaba de emplear el arco o la lanza contra los adversarios.

                En relación del pelaje de los caballos en el paleolítico, se puede afirmar que todas las variantes de color observadas en las pinturas rupestres son ciertas, incluidas las moteadas. Corroborando, que los pintores reflejaban lo que veían en su entorno, existiendo pelajes de caballos bayos, moteados y negros.
        Estudios realizados por científicos de varios países genotiparon el color de la piel de una treintena de caballos prehistóricos, que vivieron hace 35.000 años Europa, Siberia y la Península Ibérica. El resultado corroboró que un gen relacionado con el pelaje moteado apareció en cuatro muestras  procedentes de esqueletos del Pleistoceno y dos de la Edad del Cobre. Lo que confirma que el pelaje moteado de los caballos existió con anterioridad a su domesticación.
         El caballo doméstico no apareció en Europa hasta el periodo del Bronce (2000 a.C.), hacia el 1600 a.C., siendo su presencia más común en Europa Central. En China no aparecería hasta el siglo XIII a.C.
        En la península ibérica surgiría en Andalucía Oriental y en Sureste, en la edad de los metales, en la denominada cultura del Argar. Así nos lo atestiguan los restos de huesos hallados en el Cerro de la Encina de Monachil (Granada), donde se identificaron 938 fragmentos de caballo pertenecientes a 26 caballos. Una curiosidad es que con anterioridad al 1500 a.C. la alimentación cárnica de los poblados pertenecía a los caballos, mientras que los huesos datados entre el 800 y 700 a.C. no pertenecían a éstos. Lo que hace suponer que los hombres de esa época encontraron en el caballo un mejor aprovechamiento mejor que el de la carne, como pudo ser el del arrastre  y la monta.
        Los restos de équidos hallados en estos lares pertenecieron a animales de una alzada media de 1,35 m, con cascos pequeños, adaptados a un hábitat duro y pedregoso.


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